martes, septiembre 13, 2005
Blogs, insultos y gente común
http://www.cambio.com.co/html/columnistas/santiago_gamboa/articulos/3928/
Por Santiago Gamboa
Por una serie de casualidades que no vienen al caso he estado leyendo (o más bien husmeando) algunos de los millones de blogs que existen por ahí, en la red informática, y la verdad es que me he quedado de piedra, entendiendo "de piedra", sobre todo, en sentido negativo, si tal cosa existe en el campo de la semántica. Para quienes no lo sepan (como fue mi caso hasta hace poco), los blogs son esos diarios personales a los que se puede entrar libremente a través de internet. En ellos alguien cuenta su vida o expone sus ideas sobre diversos temas, dándole la posibilidad al visitante de escribir comentarios e iniciar polémicas, todo lo cual pasa a formar parte de la página.
Sería interesante estudiar la psicología de quienes crean blogs, pues sospecho que en muchos casos se trata de seres con el deseo voyeurista de analizarse, fascinados por el espectáculo cotidiano de sus vidas, o de sus ideas u obsesiones, dejando ver una pizca de megalomanía disfrazada de amor al debate, un ego hipertrófico escondido tras conceptos como la alegría de compartir o lo hermoso que es interactuar sanamente con los demás, ¡oh, los demás!, esa entelequia en nombre de la cual todo se justifica. En fin. El tema daría para otra columna, pero lo que realmente quiero comentar es la cantidad de basura que se escribe en esos blogs, los millones y quizá trillones de frases que van y vienen, y quedan consignadas en la memoria de la red informática, palabras escritas que, pretendiendo ser conceptos o ideas, sólo demuestran la idiotez más pura, cumbres de imbecilidad dignas de los Premios Darwin (que recogen y clasifican la estupidez humana), cuando no se reducen a meros asertos racistas, xenófobos, patrioteros, a insultos y humillaciones contra individuos o comunidades, instigaciones al odio o la violencia, y un largo etcétera que incluye las pulsiones más negativas del ser humano.
He estado leyendo algunos de los millones de blogs y, la verdad, he quedado de piedra.
Esto no tendría mucha gravedad y se limitaría a ser sólo polución informática si no fuera porque los "buscadores" (como Google) nos remiten sistemáticamente a estos blogs, cuando en ellos se nombra alguna personalidad, entidad o concepto sobre el que uno está investigando. Les contaré un caso concreto. Al querer saber algo más sobre las guerras de fronteras en América Latina, un buscador me llevó a uno de estos blogs en donde un grupo de diferentes nacionalidades latinoamericanas debatía sobre ciertos temas. Bueno, digamos "debatía" por llamar de algún modo a ese fuego cruzado de insultos racistas y patrioteros de la más baja estofa. Un chileno atacaba a los peruanos calificándolos de "monstruos con cara de indios", descendientes de "incas homosexuales" y de ser "rotos culiaos", a lo que un peruano, desde EE.UU., respondía, "mira, chileno conchetumadre, en mi casa tengo una sirvienta chilena y me la c… cuando me da la gana, se llama Luisa, ¿no será tu mamá?", y así, páginas y páginas repletas de insultos, no palabras que el viento se lleva sino groserías o amenazas de muerte perfectamente clasificadas y puestas en la memoria de la red, al alcance de cualquiera que desee consultarlas, como si se tratara de obras producto del esfuerzo y la cultura y el deseo de ofrecer algo nuevo o de compartir una reflexión importante. Y lo increíble, en el caso de estos latinoamericanos, es que no eran marginales o enfermos psiquiátricos, pues más adelante alguno habló de su consultorio (una disciplina médica) y otro de su secretaria, evidenciando un cierto grado profesional, lo que quiere decir que quienes tienen estas ideas y exacerban pulsiones de este tipo en sus mentes, son hombres iguales a los que vemos todos los días en la fila del banco o en un restaurante, entrando a un cine o leyendo en un café la revista CAMBIO, y entonces, les aseguro, dan ganas de echar a correr sin mirar atrás.
martes, septiembre 06, 2005
Blogging
En mi caso específico, nunca encontré el medio perfecto para escribir cuanta idea tenía en mi cabeza, además siempre existía ese temor a ser leído por alguien y ser considerado ridiculo lo cual vi mucho en mi colegio, cualquier persona que se aventurara a escribir sin ser anónimo estaba destinada al fracaso porque las personas lo consideraban completamente diferente a lo que pensaba.
Quise escribir porque me gustaba pensar y argumentar, creo que tengo una opinión tan valida como la de cualquier Santos o Poncho Rentería y me decidí a publicarla en la red por eso, quería ver que tanto podía escribir y ver si compartía puntos de vistas con otras personas. Finalmente lo hice y de hecho es algo complicado el primer mes cuando las visitas no suben de 100 porque esto significa que estas gritando al vacío pero poco a poco mas personas te leen regularmente y eso es un incentivo para seguir adelante, las opiniones tienen peso y están siendo leídas.
Lo bueno del blogging es que es un proceso de toma y dame, no como los noticieros donde el televidente tiene o tiene que aceptar la información; la red permite un dialogo a destiempo donde todos escriben y leen y nadie es mas que otro por el simple hecho de ser el anfitrión (blogger) de esta reunión.
Existen todo tipo de blogs, los politizados, los deportivos y los pornográficos pero ante todo su inspiración vino de las ganas de ser leidos y de escribir, de empezar a utilizar las manos en vez de los ojos y enriqueces al mundo con su punto de vista mucho mas valido que el de los periodicos oficiales de gobierno (El tiempo).
Entonces, cual es la inspiración?, el querer escribir y ver cual es el limite, el querer conocer mas puntos de vista que los oficiales.
He llegado tan lejos porque me he apoyado en hombros de gigantes.
jueves, septiembre 01, 2005
Vidas virtuales
Internet se ha convertido en un refugio perfecto para opinadores anónimos, comentaristas improvisados, escritores ignorados e, incluso, suicidas potenciales. Bienvenidos a un mundo artificial en el que todos hablan y muy pocos escuchan.
1. Aunque parece graciosa, la noticia es más bien preocupante: esta semana un surcoreano murió de agotamiento, tras permanecer 50 horas seguidas frente a su computador. Al parecer, el joven de 28 años acostumbraba a llevar a cabo estas maratónicas jornadas informáticas en las que no dormía ni comía durante tres o cuatro días. Al final, su corazón no pudo más y estalló. Casi al mismo tiempo, se informó que en Japón son cada vez más populares los Hikimori: jóvenes que se encierran en un apartamento y se entregan por completo a una vida virtual. Son muchachos que no quieren saber nada de la vida real y que deciden tener una existencia paralela en la web. El escritor Mario Mendoza se refirió a ellos en su columna de esta semana en el diario El Tiempo. Los describió como jóvenes que no soportan la presión por ser exitosos y adinerados y viven un retroceso sicológico: buscan, desesperadamente, regresar al vientre materno y no volver a salir jamás de allí. Según los datos de Technorati -un buscador de weblogs-, el número de blogs se ha duplicado en los últimos cinco meses. Frente a los 7,8 millones de blogs registrados en marzo, el popular buscador reseña ya más de 14,2 millones de bitácoras y más de 1.300 millones de enlaces. Si este ritmo continúa, el número de weblogs se duplicará cada 5,5 meses. Así pues, no queda más remedio que aceptarlo: Internet se ha convertido en un espacio masivo en el que cada vez más individuos encuentran un refugio, un mundo abierto en el que son libres de ser quienes realmente quieren ser. Se trata de un mundo artificial en donde pueden hacer -y sobre todo, decir- cosas que por algun motivo no pueden en el mundo real. Algunos tecnófobos, como Giovanni Sartori, sostienen que este auge de dependencia a la Internet significa la destrucción del conocimiento y de los valores de la cultura. Que estos junkies informáticos son el más lamentable ejemplo del hombre ignorante, brutal e intelectualmente desposeído. Y, por más apocalíptico que esto pueda sonar, es un poco cierto. Las libertades del mundo virtual son un arma de doble filo para quienes las adoptan sin restricciones. Y si no, pregúntenle al corazón del joven surcoreano.
2. Sé que por decir estas cosas me ganaré enemigos. Ninguno tendrá nombre propio, eso sí. Se llamarán Demonio666, valentin24horas o Sangrerebelde. Porque, claro, Internet es el paraíso de los opinadores anónimos. Se ocultan bajo sus apodos, como si se tratara de francotiradores en una azotea, apuntan y disparan los perores insultos: al fin y al cabo, nadie puede rastrearlos. Son muy pocos los que quieren opinar en realidad: sólo buscan demostrar su lucidez y su agudeza. Pero me imagino que lo que en realidad los impulsa es la envidia. Porque la web está poblada por una gran cantidad de periodistas ignorados y de escritores sin talento. Ahora: no voy a negar la calidad de algunos bloggers que han encontrado un espacio extraordinario para crear un nuevo lenguaje. O de aquellos que han revelado escándalos y abusos a través de este medio. Es decir, los que le han dado una función propia. Pero no se puede tapar el sol con la mano. La gran mayoría de blogs -al menos los que he visitado- tiene el mismo tono confesional y llorón de la agenda de una niña de tercero de bachillerato ("Ayer me rumbié con Camis", "La fiesta donde Juanis estuvo del putas", "Me siento superfea"). Pero, vaya y venga la cursilería. Lo que en realidad me produce mal de estómago es el tono seudointelectual o de superioridad que tienen otras páginas. Digo, no tengo nada en contra de la libertad de expresión. Entiendo que algunos tengan la necesidad y el derecho de manifestar sus opiniones. Pero me temo que casi nadie en el mundo virtual está honestamente interesado en saber lo que los demás piensan. Allí hay poco debate y mucha autocomplacencia. Basta ver cómo los editores de medios electrónicos organizan debates virtuales o chats y se encuentran con la triste realidad de que nadie quiere debatir. La mayoría -por no decir todos- no oye, sólo se impone. Ahora, Internet no tiene la culpa. Es cierto que nunca antes un medio había sido tan libre -tan anárquico, tal vez-, pero precisamente se trata de un medio nada más. Y es que, ¿qué mejor lugar que Internet si uno es un pequeño ególatra? Me arriesgo a parecer un poco fascista en este momento, pero me huele que todo esto de la libertad de expresión en Internet no es más que un excusa para validar el exhibicionismo. Y si no, pregúntenme a mí, que escribo una columna en semana.com.
3. Y volvemos al principio. Un hombre pasa 50 horas seguidas frente a su computador y luego muere. Podría sonar trágico, pero tal vez para él fue normal. Así mismo, un italiano, Luca K., mantuvo durante tres meses un blog en el que planeó, discutió con los lectores y reflexionó sobre su decisión de suicidarse. Finalmente, lo hizo frente a todos. Sin duda fue la decisión más lógica, porque su vida -su vida 'real'- era la que sucedía frente a la pantalla. Y como ellos habrá miles que han trasladado la realidad a un mundo que no es tangible. Personas que han dejado su identidad de un lado y se han trasteado a un mundo cómodo en el que nadie está obligado a hacer nada. Un mundo artificial en el que la impunidad da un confort que no existe en algún otro lugar.
De ‘blogs’ y otras tecnologías
http://eltiempo.terra.com.co/opinion/colopi_new/guillermosantoscalderon/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2166361.html
Cualquiera puede tener sus ‘blogs’ con enlaces concisos y frescos.
El efecto de Internet sobre todo lo que conocemos ha llegado a niveles difíciles de imaginar hace unos pocos años. Talvez el más conocido es el comercio electrónico que nos ha permitido el acceso, con solo el click de un ratón, a mercados para los cuales la distancia no existe.
Quién podría vivir hoy sin el correo electrónico, que nos ha permitido establecer relaciones con personas que de otra forma no hubiéramos conocido. De hecho, fue este medio el que me permitió conocer al que hoy es mi mejor amigo.
Hoy están de moda otros nuevos usos de Internet que están afectando la forma en que nos informamos y entretenemos. Algunos de ellos están también cambiando la manera en que navegamos por la red mundial. Estos son el RSS, los blogs y el podcast. Me parece importante volver referirme a ellos, ya que se han consolidado como otros aportes maduros de Internet al estilo vida.
RSS es aquella tecnología que le permite al usuario navegar por sitios de interés sin tener que acceder a las páginas web. Consiste en un agregador de noticias (feed reader), muchos de los cuales se bajan sin costo de Internet, mediante el cual se suscribe a canales RSS que son de interés. Al ejecutar el agregador se despliegan directamente en su pantalla las últimas noticias publicadas.
Ya ha habido suficiente información sobre blogs, que son bitácoras personales de opinión que pueden ser leídas y comentadas en forma interactiva y en tiempo real.
Los blogs deben contener muchos enlaces a otros blogs o páginas web que enriquezcan el tema tratado. Ya existen ‘blogueros’ que han sido oficialmente reconocidos en los Estados Unidos como periodistas.
También existen blogs en los que se publican fotografías y videos. Hoy cualquiera puede tener su blog personal y opinar sobre el tema que quiera. RSS también puede aplicarse a los blogs para enterarse de toda nueva publicación en él, sin tener que navegar.
Los blogs no pueden ser pesados ni largos. Deben actualizarse diariamente y cada nueva publicación debe ser corta, concisa y fresca. Muchos ‘blogueros’ desconocen esto y publican ladrillos larguísimos sin ningún enlace que complemente el contenido, dándole tratamiento de columnas de un medio tradicional. Estos blogs están llamados a desaparecer rápidamente, precisamente porque su autor no entiende de qué se tratan.
Podcasting es aquella tecnología que permite publicar contenidos en audio, no en streaming, sino para ser bajados a un computador para ser sincronizados en cualquier aparato MP3 y escuchados en cualquier momento. Ya existen programas de radio que están siendo elaborados por personas que nunca tuvieron acceso a los medios ni los recursos necesarios para crear una emisora tradicional. Hoy basta con tener Internet y la capacidad de elaborar y editar archivos MP3 para poder contar con una emisora de radio virtual.
En países más desarrollados, estas nuevas tecnologías están alcanzando un peso específico importante, hasta el punto de que poderosos comunicadores han sido controvertidos. Se ha llegado hasta a provocar sus renuncias por haber sido cogidos en mentiras y falsedades.
¿COMPETENCIA DESTRUCTIVA? Industria de información, al banquillo
(Agosto 7 de 2005)
http://eltiempo.terra.com.co/opinion/colopi_new/juanmanuelsantos/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2174397.html
La teoría económica nos dice que la competencia a la larga eleva la calidad de los productos y beneficia a los consumidores. Ese no parece ser el caso en la industria de la información.
El impresionante avance tecnológico de las comunicaciones sin duda ha incrementado la competencia entre los medios, pero a expensas de la calidad y la objetividad de la información.
Esa es la conclusión de un interesante ensayo publicado recientemente por The New York Times y escrito por uno de los grandes expertos en la materia, el prolífico juez Richard Posner, autor ni más ni menos que de 38 libros.
Los medios tradicionales de información están en franca decadencia, al menos en Estados Unidos, la meca del periodismo moderno y de la libertad de prensa. Y bien puede decirse que si por allá llueve, por aquí no escampa.
Las cifras que cita el ensayo son contundentes: en las últimas tres décadas la confianza del publico en los medios ha bajado de 85% a 59%. El número de lectores de periódico ha bajado de 52,6% a 37,5% en tan solo diez años. Y una encuesta reciente señala que el 79% de la gente piensa que los medios dudarían en publicar una noticia que afectara negativamente a uno de sus grandes anunciantes.
¿A qué se debe este fenómeno? Posner sostiene que en lugar de mejorar la calidad del producto (una información objetiva para que el ciudadano tenga los elementos de juicio suficientes para tomar decisiones inteligentes, como enseñan en las facultades de periodismo), los medios han acudido a la polarización, al escándalo, al chisme y al sensacionalismo para mantener su audiencia.
El ánimo de lucro se ha impuesto sobre la obligación de informar objetiva y responsablemente. Los editores se inclinan cada vez más a satisfacer el apetito muchas veces descomedido y hasta morboso de su audiencia, que a servir de filtro inteligente sobre lo que a su juicio constituye una información útil e importante.
En cierta medida sucede como en la política, que tal vez por eso está tan desprestigiada. Cada vez más los gobernantes se guían por las encuestas, por lo que la gente quiere oír, en lugar de educar y guiar a la opinión pública.
En las campañas políticas sí que se evidencia este fenómeno. Los medios las cubren como si fueran carreras de caballos, concentrados en quién va adelante y en los aspectos marginales, en lugar de poner a prueba las tesis y los planteamientos de los candidatos.
Y lo malo es que en la medida en que se intensifica la competencia, y la información es considerada como simple entretenimiento, el problema se agravará.
Posner advierte que la más peligrosa amenaza que tiene el establecimiento periodístico es el llamado blog (los seudoperiodistas espontáneos de Internet): son millones, el servicio es gratis, no responden a ningún código, están en tiempo real y pueden ser mucho más incisivos y entretenidos que los medios tradicionales. Muchos de los grandes escándalos recientes, como el que le costó el puesto al líder del senado norteamericano Trent Lott, se originaron en blogs (¿tendrá traducción?).
Pero hay un consuelo: este ilustrado juez pronostica que los medios que no sucumban ante el síndrome de la chiva ni acudan a la polarización o al sensacionalismo podrán a la larga sobrevivir, por aquello de que en el mundo de los ciegos el tuerto es rey. Ojalá sea cierto, por el bien de la democracia.